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Patio del Trabajo. Escalera


Diosa del agua. Diego Rivera, 1924. Fresco 3.65 * 1.26 m
Diosa del agua
Diego Rivera, 1924
Fresco 3.65 × 1.26 m

Diosa del agua

El mural recrea la imagen de una mujer con formas sinuosas, quien sostiene entre sus manos una vasija de barro negro que semeja un pródigo seno del cual emana gran cantidad de agua, energía primigenia donde se origina la vida.


Marina. Diego Rivera, 1924. Fresco 7.69 * 3.98 m
Marina
Diego Rivera, 1924
Fresco 7.69 × 3.98 m

Marina

En las misteriosas aguas del mar, pleno de vida y riquezas, se resguardan mujeres semidesnudas que descansan apaciblemente sobre el tranquilo oleaje. Dos de ellas tienen corales en sus regazos y sobre sus cabezas se visualiza una estela de humo generada por la embarcación que se aleja. Las figuras femeninas restantes observan plácidamente a la mujer ubicada al centro de la imagen, quien está inspirada en el nacimiento de Venus, diosa de la belleza de la cultura griega, quien surgió de la espuma del mar.

Este mural es una loa a la fertilidad, don otorgado a la mujer, quien llena de vida e ideas transmite el conocimiento que heredará a la humanidad.


El buzo. Diego Rivera, 1924. Fresco 2.42 * 3.98 m
El buzo
Diego Rivera, 1924
Fresco 2.42 × 3.98 m
La nube
Diego Rivera, 1924
Fresco 3.26 × 1.44 m

El buzo

El mar siempre ha inquietado al hombre, quien en el afán por descubrir sus misterios ha recurrido a la ciencia y la tecnología para explorar el mundo submarino.

En este mural un grupo de pescadores recibe a un buzo vestido con escafandra y herramientas, quien regresa del fondo marino, mientras un pescador ayuda a quitarle el pesado equipo, los demás revisan las riquezas obtenidas en las profundidades.

La escena es una metáfora de la búsqueda interna del ser humano que lo lleva a encontrarse consigo mismo para extraer lo mejor de sí.

La nube

En esta sobrepuerta Diego Rivera plasma tres mujeres etéreas semejantes a las nubes, a quienes el viento lanza hacia otros horizontes donde derramarán agua, esencia vital que permitirá germinar las semillas que fructificarán en una nueva sociedad.


Paisaje de Tehuantepec. Diego Rivera, 1924. Fresco con superficie irregular de 33.23 metros cuadrados
Paisaje de Tehuantepec
Diego Rivera, 1924
Fresco con superficie irregular de 33.23 m2

Paisaje de Tehuantepec

Tehuantepec, lugar de gente cálida, trabajadora y alegre, es una de las comunidades zapotecas más representativas en el Istmo. Su permanente brisa marina refresca el suelo tropical, abundante en aves y deliciosas frutas.

En esta tierra fértil, donde germinan las semillas que se siembran, el artista pinta a mujeres que muestran sus cuerpos entre la exuberante vegetación, en armonía con la naturaleza. En los extremos del fresco representa tanto al hombre como a la mujer, alegoría del equilibrio y la fecundidad que da cabida al florecimiento de su propio ser.


Xochipilli. Diego Rivera, 1924. Fresco con superficie irregular de 22.28 metros cuadrados
Xochipilli
Diego Rivera, 1924
Fresco con superficie irregular de 22.28 m2

Xochipilli

Xochipilli, divinidad mexica de las flores, el amor, la danza, el canto y los juegos, representa la alegría de la vida.

En esta imagen, que evoca al Jardín del Edén, Xochipilli está personificado como un dios vivo. Es venerado por cuatro mujeres desnudas, símbolos de la pureza de la esencia humana con la que el hombre establecerá el equilibrio entre sus ideales y la realidad, para vencer la incertidumbre ante lo desconocido.


La hacienda. Diego Rivera, 1924. Fresco 7.71 * 3.98 m
La hacienda
Diego Rivera, 1924
Fresco 7.71 × 3.98 m

La hacienda

Las haciendas se establecieron en nuestro país durante la época colonial. Su principal característica era la concentración de enormes extensiones de tierra para explotar los recursos naturales y humanos, con los que la clase privilegiada generó grandes riquezas.

En esta obra el artista representa una escena cotidiana del trabajo realizado por los peones en la hacienda, bajo la escrutadora mirada de los capataces. Las mujeres y los niños que se encuentran en el exterior son alegoría de la libertad que encaminará al pueblo a buscar nuevos horizontes para lograr el progreso y beneficio colectivo.


Afilando el machete. Diego Rivera, 1924. Fresco 1.96 * 1.37 m
Afilando el machete
Diego Rivera, 1924
Fresco 1.96 × 1.37 m

Afilando el machete

El campesino de la imagen personifica al pueblo que afila su machete sobre una piedra redonda, símbolo de la tenacidad y fortaleza con que actuaron los mexicanos en el movimiento revolucionario para conformar un nuevo orden social.


El entierro. Diego Rivera, 1924. Fresco con superficie irregular de 27.09 metros cuadrados
El entierro
Diego Rivera, 1924
Fresco con superficie irregular de 27.09 m2

El entierro

Sepultar a alguien es reintegrarle a la tierra la materia que le pertenece. Ésta resguarda en su entraña los restos del cuerpo, mientras el alma trasciende para que florezca en una nueva vida.

Desde tal perspectiva, el artista plasma a un grupo de obreros y campesinos que participan en un entierro. La muerte los hace conscientes de que todo cambio se impulsa con el sacrificio de hombres y mujeres que luchan por alcanzar sus ideales.

Esta composición es una metáfora de vida, muerte y renovación, elementos intangibles que perduran en la memoria y permiten transformar el pensamiento.


La mecanización del campo. Diego Rivera, 1924. Fresco con superficie irregular de 24.18 metros cuadrados
La mecanización del campo
Diego Rivera, 1924
Fresco con superficie irregular de 24.18 m2

La mecanización del campo

El campo forma parte de la esencia del hombre, le da sentido de pertenencia y arraigo al generar vida, fertilidad y culto; sin embargo, la explotación de sus riquezas ocasiona una constante lucha de intereses que propician inequidades e injusticias.

Rivera nos presenta la destrucción de un régimen opresor y la implantación de un nuevo orden, donde las relaciones sociales y el modo de producción están organizados por la clase trabajadora.

Por su parte, las mujeres hacen referencia a la justicia revolucionaria que dará equidad, estabilidad y progreso económico al pueblo mexicano.


La maestra rural. Diego Rivera, 1924. Fresco 2.21 * 7.78 m
La maestra rural
Diego Rivera, 1924
Fresco 2.21 × 7.78 m

La maestra rural

En la época posrevolucionaria nuestro país vivía grandes transformaciones, entre las que destacó la ardua tarea educativa encaminada a subsanar el grave problema del analfabetismo mediante el arduo trabajo docente que se convirtió en símbolo del cambio. Debido a ello, el artista plasma al centro del fresco a una maestra rural a quien el pueblo escucha atentamente. Detrás de ella se observa una sólida construcción que refiere a los cimientos de una idílica patria regida por un nuevo sistema.

Los personajes que complementan la escena colaboran a favor de la sociedad, cada uno ejecuta su labor de forma óptima de acuerdo con sus capacidades. De tal modo, las nacientes instituciones atienden a los miembros de la comunidad sin distinción de clase, edad o género.


Autorretrato. Diego Rivera, 1924. Fresco 2.31 * 1.94 m
Autorretrato
Diego Rivera, 1924
Fresco 2.31 × 1.94 m

Autorretrato

Para construir una nueva sociedad se requiere del compromiso y la participación activa de todos sus integrantes.

Diego Rivera eligió una fotografía tomada por Edward Weston para realizar su autorretrato en este muro.

En la obra se observan tres personajes: arquitecto, escultor y pintor, quienes de manera metafórica se encargan de diseñar, construir y matizar a la reciente nación.


Patio del Trabajo. Vestíbulo de los elevadores


El baño de Tehuantepec. Diego Rivera, 1924. Fresco 4.63 * 2.89 m
El baño de Tehuantepec
Diego Rivera, 1924
Fresco 4.63 × 2.89 m

El baño de Tehuantepec

El artista representa las imágenes que observó en su visita al Istmo de Tehuantepec, zona indígena cercana al mar, donde apreció la riqueza expresiva y las actividades de la vida cotidiana de sus habitantes, llenas de color, armonía y ritmo.

La escena contiene un grupo de mujeres tehuanas que acude al río para lavar ropa, llenar sus cántaros, refrescarse y tomar un baño. El momento es enmarcado por una abundante vegetación, en la que destacan los tonos verdes de la naturaleza, los blancos de las faldas y el rojo de los huipiles que evocan los colores de nuestra identidad nacional.


Tehuana. Diego Rivera, 1924. Fresco 2.81 x 1.58 m
Tehuana
Diego Rivera, 1924
Fresco 2.81 × 1.58 m
Mestiza maya. Diego Rivera, 1924. Fresco 2.81 x 1.37 m
Mestiza maya
Diego Rivera, 1924
Fresco 2.81 × 1.37 m

Tehuana, Mestiza maya

Las mujeres con niños en brazos aluden a la maternidad. Sin importar las diferencias culturales, sociales, religiosas o de cualquier índole, todas las madres protegerán, cuidarán y alimentarán a sus hijos, aun a costa de su propia vida.

Las figuras femeninas colocadas entre la vegetación, que asemeja un nicho, simbolizan los pilares del nacimiento de una nueva conciencia en la sociedad. Los banderines ubicados en la parte superior, entre las palmas y los tonos rojizos que rodean sus cabezas, aluden a los ideales que se deben lograr para la transformación de un nuevo orden social.

Estas maternidades complementan los murales El baño de Tehuantepec y El cenote respectivamente.


El cenote. Diego Rivera, 1924. Fresco 4.63 * 2.89 m
El cenote
Diego Rivera, 1924
Fresco 4.63 × 2.89 m

El cenote

Al poniente del vestíbulo de los elevadores se representa al cenote, uno de los profundos pozos naturales de accidentadas paredes verticales que existen en el sureste de México. La civilización maya consideraba estos lugares como sitios sagrados, donde realizaban ceremonias rituales en honor a sus deidades.

Diversos autores señalan que Rivera aprovechó la penumbra del área para generar en el visitante la sensación de estar en el interior de un depósito con agua de manantial, como el que se refleja en la pintura.

En la imagen un grupo de mujeres mayas acuden al cenote para refrescarse y saciar su sed, mientras los niños disfrutan de sus cristalinas aguas y se divierten. Una de las características de los murales de esta sección es la representación de mujeres y niños. Ellas son iniciadas y purificadas por medio del agua y se convierten en las primeras educadoras que darán luz a la nueva generación.


Balanza. Diego Rivera, 1923. Fresco 1.70 * 5.44 m
Balanza
Diego Rivera, 1924
Fresco 1.70 × 5.44 m

Balanza

Desde la antigüedad, los comerciantes utilizaron instrumentos de precisión, como la balanza, para comparar el peso de mercancías.

La imagen central personifica a la justicia, quien posee una balanza como atributo, símbolo de igualdad, equilibrio e imparcialidad, ideales que se convirtieron en principios fundamentales para el desarrollo del pueblo mexicano.

El visitante juega un papel muy importante al observar este panel, debido a que el artista lo hace partícipe de la composición, pues al igual que la justicia debe cubrir la parte superior de sus ojos para evitar ser deslumbrado por falsos destellos de luz.